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Ahora

 ¿Qué hacer con mi silencio? La luna es alta; quieren vuelo mis palabras. En un rincón buscándome  Atragantado con el nudo de mis confesiones Estoy solo  Y una hoja en blanco es la vía de escape. Callo bajo las sábanas El incendio es ahora Cuando tomo mi lanza y arremeto en un verso.

Poema IX

Silencio, no digas La frase imprudente Que puedes matar. No tomes el arma De la hostilidad, No seas desmedido Mejor es callar.

Poema LXVIII

Intento con mi buena voluntad Recorrer el sembrado sin dañar Las florecillas a ras de la tierra; Pero por mas que sea volitivo En mi quehacer, nada consigo, Porque arruino lo bello, doy heridas Por premio a los que amo, Opaco la alegría del inocente Y a mi propio corazón lastimo.

OLVIDO

Cayó débil la tarde Trajo vestido negro. Ya todos se marcharon Y nunca más volvieron. Los niños, los de antes Cansados van y viejos Arrastran la esperanza Equipaje del tiempo. Aquella que yo amaba La de rubios cabellos Es ajena, no es ella, Lleva ajados los sueños. Los árboles que daban Refugio a los viajeros Serrados fueron todos Por los dientes de acero. En todas mis palabras Suena un casco viajero Que retumba en la tierra, Es adiós sin regreso. Si ya nos olvidamos Del ayer, no sabemos Del mañana su sino Si es de luz o sangriento. En mi se van trepando Los años. Muere lento El árbol; si plantado, Vencido en sus adentros. Es el olvido. Todos A él nos sometemos: Queramos, no queramos Un olvido seremos. La pared arruinada Desplomados los techos, Una casa olvidada Tiene entrañas de muerto. La maleza retoma Su lugar en el pueblo, En las calles ¿son calles? Tienen las fieras reino. Una mano levanta En su cama el enfermo Presintiendo que p

TIERRA

Rodé por las montañas y los riscos Casi despedazado por las aspas Del sol canicular, en la jornada, Un hombre de machete abriendo selva, Una brasa encendida contra el viento. Casi fundido dando la pelea Casi desfigurado por el fuego Cosechando años verdes en las lomas Desgranando las luces en las hojas. Nacimos campesinos, campo somos Crecimos en los surcos sudorosos, Ganamos los bocados con esfuerzo Recogimos mazorcas y arrancamos De los tallos los frutos ya cuajados. Tú nunca me frustraste tierra buena No conocí egoísmo de tu entraña, Generosas raíces me nutrieron Me formaron de barro grano a grano, Como encaña el maíz en tiempo bueno. Por todos tus secretos tuve entrada Debajo de tus ramas hice nido, Madre tierra soy fruto, me has parido Y aún generosamente me sustentas. Tengo ésta libertad la de tu fuerza Y un lecho que pacientemente espera. Hijo soy de tu sol y de tu lluvia Como premio mayor mi pecho es tierra Mojada,  allí reposa la semilla Que se l

PERTENEZCO

Aquí está mi sitio Nunca tuve otra patria en ésta patria. Caminé con la frente Inclinada hacia el norte, Un halón cada tarde me traía de vuelta. Al lugar a la hora Indicada. Calendario perpetuo De mi sino. Llamado de la raza, De corrientes del campo, De mi ombligo sembrado en una ceiba. De Pinto, de sus márgenes Sumergidas por décadas Renacidas después de ser lavadas. Sólo aquí,  en este suelo Que piso con orgullo,  tembloroso, Me suben por las venas Los nutrientes que llegan Hasta lo más profundo de mi sangre pinteña. Aquí,  terrón humilde Se quedará mi huella letra a letra. Pertenezco no sólo A éste patio a ésta arena, Pertenezco también a éste destino. Yo camino, con los pasos de Pinto. Éste es uno de los poemas incluidos en el libro "memoria rural" dedicado a mi amado lugar: Pinto Magdalena.